Ausente contemplo la lluvia que a ratos
golpea mi ventana; su oculta intención
es traer el recuerdo de amores ingratos
cual húmeda huella junto al corazón.
*
Esta lluvia triste de fines de mayo
es la mensajera que va entre tú y yo.
Te cuenta mis penas y en tenue desmayo
te dice al oído que llorar me vio.
*
Y luego regresa y a mí me interroga
de por qué mis cartas yo nunca te envié.
Con sus tristes gotas mi silencio ahoga
mientras me reprocha si ya te olvidé.
*
¡Que sabe la lluvia del amor ajeno!
Sus gotas saladas no habrán de volver
a mojar mis ojos con dulce veneno,
ese, que en mi labios probaste al llover.
*
¡Que sabe la lluvia! si tras cada gota
mi amor, cual torrente, mi mente arrasó.
Y en fuente constante de mis versos brota,
versos que en tu frente la lluvia borró…