Solo me decías, eres tú, para mi y yo para tí.
Pero, nada fue así y tú te fuiste de repente .
Hoy miro tus lindos ojos y tu blanca frente.
Vas elegantemente vestido como un maniquí.
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Con tu linda risa, todo en alegría convertías.
Y te alejaste con sigiloso caminar y no te ví.
Te busqué y ya las estancias, estaban vacías.
la verdad nunca supe lo que por mí sentías.
Te hablé muy claro y de eso no me arrepentí.
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Nuestro cuarto sin tí se tornó triste y silente.
Nada de lo que allí pasó cobró importancia.
Al reclamo dijiste: son sólo mis circunstacias.
En verdad moría, pero me torné indiferente.
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Nunca, se puede obligar al amor, a ser amor,
Sí te obligas, seguro tendrás un amargo sabor.