La mañana era lluviosa
por fin pude inspirarme
para escribir sin apurarme
con la ventisca brumosa.
Colosal sombra se dibujaba
en la pared de mi escritorio
volando por todo el territorio
una mosca me asustaba.
Dispuesta con la escoba
azoté el aire al azar
siguiéndola con la escoba.
Volví al escritorio pensativa
porque no la pude encontrar
pero allí estaba, inofensiva.