Los rasgueos de tu guitarra
se infiltran en cada poro,
se deslizan como una serpiente
en mi sangre ardiente.
Las notan suben en crescendo
revolviendo mi sentido
harmonías melodiosas
me acarician caprichosas.
Todo vibra dentro de mí
y te veo llegar a mí
meneándote aturdido
en un baile lánguido.
El tiempo se acelera
en cada moviendo de cadera
chocamos uno contra otro,
te yergues como un potro.
Conversando con cada nota
que penetra gota a gota
se apodera de mis entrañas
tejiendo elaboradas telarañas.
Brotan de mí ser un derroche
de sonidos en forma de broche,
van ascendiendo en espirales
y en un delicado aleteo de alas.
Suben y salpican gotas de rocío
sobre el lecho del coito divino
y de la bóveda azulina celestial
baja el nebuloso velo virginal.
Mercedes DemBar
6/10/10