En el verano
el ocio se despierta
y nos domina.
Se duerme el cuerpo,
igual que los sentidos
y todo duerme.
Es el calor
y un poco de cansancio
de vacaciones.
Todo es posible,
me digo en un aparte,
mientras sonrío.
En el verano
palpitan corazones
con mucha fuerza.
Son las galernas,
tormentas juveniles
de enamorados.
Otras tormentas
y sueños marchitados
quedan atrás.
Van al otoño
con pasos más bien lentos,
pero seguros.
Pero el verano
estruja las meninges
y las pasiones.
Brillan los ojos,
se animan las pupilas,
y grita el alma.
Tú te contagias
y bebes de ese néctar
que da el verano.
Ahora sonríes,
si piensas todo esto,
porque amanece.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/07/23