Echo en falta aquel nogal
de la plaza de mi pueblo;
sin árbol no luce igual
nuestra Plaza de los Fueros.
Se murió el original
hace ya bastantes años
y un conjunto escultural
con su madera tallaron.
Fue silencioso testigo
de amoríos, tan discreto
que al fin se llevó consigo,
al olvido, sus secretos.
Plantaron otro nogal
retoño, en los aledaños,
de la Iglesia parroquial,
que duró muy pocos años,
quizá le sentaron mal
las cercanías del templo,
no le debieron gustar
los aromas del incienso.
Yo echo en falta otro nogal
donde estaba aquel primero
en su lugar habitual
de la Plaza de los Fueros,
frente al Toki, el viejo bar,
hoy Haritza, nombre nuevo,
donde él veía bailar
a los jóvenes del pueblo,
pasando bajo sus ramas,
en un giro peculiar
al kiosko en el que tocaba
la banda municipal*
o el zortziko y otras danzas
por San Pedro y otras fiestas.
Será por las añoranzas,
pero, metidos en estas,
yo echo en falta aquel nogal
en la plaza de mi pueblo;
sin nogal no luce igual
nuestra Plaza de los Fueros.
Xabier Abando, 07/07/2023
(*) Hasta hacíamos apuestas
a ver quién, con su pareja
de baile, daba más vueltas
mientras duraba una pieza.