Un poema menos que escribo y otro que se lleva el viento,
ya no te busco entre las ruinas de mi existencia,
ni siquiera busco entender que pasó entre los dos,
olas que se llevaron los recuerdos y traen el susurro de sus cuentos,
ya no queda nada porque amar y que narrar.
Se va levantando el rostro afligido de tanto llanto, de tanta desilución, de tanta espera sin que llegara él a salvar la noche eterna.
Es un camino de espinas que se recorre con heridas profundas y rasguños pero que se curan el pasar lento de los días y semanas, su silencio es la respuesta, el lago frío y sombrío es el paisaje que acuestas lleva.
Nada motiva a sonreír después de tanta tristeza, ya nada brilla en medio de la calidez de lo que fue su bonita forma de ser, sus ojos, su voz, sus gestos, su manera de ver la vida tan inusual y original.
Ya no queda nada en el baúl y todo se quedó en la arena regado y moribundo mientras al cerrar el alma se encuentra un poco de paz.