Nunca estuve solo,
solo estuve triste
cuando tú te fuiste,
nunca estuve solo.
Sé que no hubo dolo
cuando te perdiste;
nunca estuve solo,
solo estuve triste.
Ahora lo digo
con mucha certeza,
tuve mi tristeza,
ahora lo digo.
Nunca fue un castigo
pero dio firmeza,
ahora lo digo
con mucha certeza.
Nunca tema nada
que el temor anula
si dolor emula
nunca tema nada.
Sé que nunca agrada
y no congratula;
nunca tema nada
que el temor anula.
Hasta los bemoles
en las partituras
tienen sus frescuras,
hasta los bemoles.
Son cual caracoles
con mucha hermosura
hasta los bemoles
en las partituras.
¿Para qué quejarse,
de las soledades
si hace que te enfades,
para qué quejarse?
¡Hay que levantarse
de las nimiedades!
¿Para qué quejarse
de las soledades?
¡Ah la soledad,
buena compañera!
Nunca desespera…
¡Ah la soledad!
Esa es la verdad
lo sabrá cualquiera
¡Ah la soledad,
buena compañera!
Oh, mi soledad
por ti estoy conmigo,
escucha qué digo
oh, mi soledad.
Donas amistad
y ofreces abrigo.
Oh, mi soledad
por ti estoy conmigo.
(J.L.G)