Ya se acerca la noche con sus antorchas.
La tarde pace como gamo en su sierra.
La maravilla está llegando aquí,
se pone en frente,
me engloba.
Entregado a lo que soy,
disuelvo al demonio de mis ideas.
Lo exorcizo con la luz de mi semblante.
Noto las cosquillas de la tarde atravesar mi ser,
me llevan en sus hombros a las altas cumbres.
La luna empieza a bailar con la frescura
del destierro del sol…
Intercambia vibraciones
el beso de la noche,
frío y soñador,
con el caliente y sereno del día,
ya muerto… Aún se arrastra
y termina de marchar a la oscuridad.
Hoy el diamante lunar
compone al corazón.
El latido del bosque
con su latencia…
Canta a los ecos,
a las montañas lejanas.