Mientras tus pupilas brillen
no habrá sombra en el camino,
que se interponga al destino.
Mientras tus ojos titilen
no habrá pretexto que valga
y en la sensatez no salga
mientras mis ojos te miren.
No podrás mirar de frente
y pasar por indolente
lo que tus ojos me dicen.
Basta una leal palabra,
que cosquillee al oído
y tu corazón herido
con solemnidad nos abra
las puertas de la razón
para que acceda el perdón
y se escabulla el olvido.
En tu mirada coqueta
se cruzó la picardía
y en unos labios perdía
los ejes de mi carreta.
De aquella mirada inquieta
vi como la hermosa luna
reflejaba en mi laguna
aquel mágico cortejo
y de un guiño zagalejo,
ha vuelto a mí la fortuna.