Bajo cielos pintados de azul
queda abandonado el recuerdo
de una barca entregada a su final;
una gaviota que roba un momento de paz
de la mirada perdida donde el cielo se funde con el mar,
y donde el aire, que me besa, me ha de llevar.
Mágicos epílogos susurran las olas al llegar a su orilla,
dejando notas de melancolía traídas de otras tierras,
que suenan y hablan de corazones solitarios
que con ellas, inventadas de amor, quisieron cabalgar.
Mares azules, de aquí y de allá,
de recuerdos y añoranzas,
en tardes de ocasos soñados de esperanzas
que en el alma para siempre prendidos quedarán.
Que llegue la noche vacía sin su Luna,
que el mar se vista de negro y ante mí desaparezca,
que olvide hasta el recuerdo del sabor de la caricia,
y que el tiempo me diga que el mío se acabó;
que todo en tu orilla sienta,
que la noche me confunda en su negrura
y de silencio se haga mi voz;
que todo en tu orilla sienta,
menos que el recuerdo de tu mar y tu cielo azul,
borre de mi historia aquella tarde,
aquél divino momento en que apareciste tu.
(Jpellicer)