Francisco VV

La amante

 

Ella ya descubrió

el precio de ser amante:

sensaciones segundas,

otoños galantes.

 

Ella, rumor en el parque

de los niños jugar:

doncella y virgen

al compás de la Oscuridad:

 

“Sí. Nada que perder.

El tiempo ha de correr.

El ocaso grita ‘¡Oui!’.

 

No sé qué decir.

Me quiero morir

si no estás aquí”.

 
 

 
 

Ante el Abismo que

le mira y viceversa,

la amante es un

sueño sin sueños:

 
 

Suyo no es. Mas sí

de él. Rompe el piso

muerde el polvo

acaba pronto:

 

“Sí. Nada que perder.

El tiempo ha de correr.

El ocaso grita ‘¡Oui!’.

 

No sé qué decir.

Me quiero morir

si no estás aquí”.

 

 

Ese es el precio:

su dolor, sus placeres.

No existen secretos:

le espera la muerte:

 

Uno, dos: oscuridad.

Tres, cuatro: fosfeno.

Cinco, seis: abismo.

Siete, ocho: eigengrau.

 

Polvo sobre polvo

olvido, real recuerdo

Nergal, Seol, Hades.

 

Fin de la amante.

Ninguno a la vista

olvidará su nombre.