El tiempo no dejó en el olvido
la necesidad de tú piel;
no dejó que la llama de tú aliento
se perdiera en mi sórdido momento
y me quemara como letal hiel;
el tiempo no me dejó como ente perdido
en el recuerdo indeleble y grato
y me lanzó al plácido abismo
dónde me convierto en insensato
de tu sueño que me hace daño
cuando te pienso y no soy yo mismo.
El tiempo marco momentos aquellos
de pasión y desenfrenada locura
que me enferman sin cura
sin tener tu alma y cuerpo bello.