Hay emociones que vibran sobre el corazón de una forma tan enérgica, que los latidos te estremecen el cuerpo, hasta tal punto, que la debilidad llega con los vestigios del amor y terminan en una lágrima que parece no caer nunca.
Empieza a deslizarse la primera lagrima sobre la sabana del rostro y no termina nunca de caer, parece transitar el camino mas largo, hasta llegar a la boca como un almíbar con gusto devorador de recuerdos que ya no están.
Ese momento tan agrio, esa gotita que emana el ojo, parece una eternidad, porque esa conexión del sentir, y rememorar todo el tiempo que duro el amor, que son unos segundos, pasó toda una vida y el tiempo se detiene entre el alma y el ser.
Es esa lagrima que reconoce la derrota de que se apagó el fuego y tratar de sanar, es entender que la piel se puede arrugar por las emociones, pero el corazón nunca dejará ese recuerdo, lo podrá olvidar, pero quedará guardado en un rinconcito.
Y revivirán como relámpagos los besos y caricias como el mejor recuerdo, cada vez que te cruces en ese camino inusitado de la casualidad, y la soledad se terminará escondiendo en la sobra de la inconstancia.
Te perderás en la distancia y volverá a caer otra lagrima viendo que cada vez te alejas más, mis memorias se transformaran en olvido, y el duelo renacerá vivo por un instante, hasta que se vuelva a esconder.
Y seguirás viviendo dentro de la pena hasta que te termines de desarmar todo y vuelvas a renacer, entre suspiros y lagrimas interminables gastadas por ese amor que ya no está, que tendrá el sabor más dulce hasta que digas basta.