Una gaviota
pasea por el puerto
madrugadora.
Busca comida
y restos de la pesca
del marinero.
Pero es muy pronto,
las barcas no han llegado
desde las playas.
Algo más lejos
están los cormoranes
tomando el sol.
Secan sus alas
sobre unos arrecifes
cerca del faro.
Bonita estampa
de yodo y de salitre
tan marinera.
Esta es mi tierra,
el puerto de mi padre
y mis abuelos.
De ellos tomé
la esencia de la costa
y de las algas.
Y con murmullos
febriles de corales
aquí viví.
Días de sueños,
de risas y de llantos
que compartimos.
Hoy, un suspiro,
me viene hasta los labios
con su recuerdo.
Rafael Sánchez Ortega ©
08/07/23