Una azada tan solo
y el latido constante
de la determinación,
un golpe y otro golpe
sobre la propia tierra
que yo soy,
cavar y cavar
en lo profundo
hasta la claridad
donde habita el silencio.
Una azada tan solo,
nada más necesito
para llegar a la fuente
donde nace la luz
y encontrarme de pronto
con el yo que yo soy
y que no conocía.