Una cacería de brujas contemporánea
no Ad Hominem, sino Contra Natura
se reflejó bajo el sol, cuyo respirar
reflejaba un árbol de pino radiata.
Arañita, escondida tras mis zapatos
un grito silencioso de “¡por favor!”,
hizo raíces en mi mente y corazón.
“¿Por qué queréis matarla?”, pregunté.
“Porque es una araña”, respondieron.
“¿Pero, para qué matarla?”, pregunto.
“¡Porque es una araña!”, responden.
Mas elegí llevarte entre mis manos
hacia las raíces del pino radiata.
Roca y charca serán tu santuario.
Arañita, mi paria, mi homo sacer
intocable, te fuiste lejos, muy lejos.
Y un “¡gracias!”, cual brisa y ola
emanaba… en tus saltos… y mirada.