El mar cerró las esclusas
deteniendo así el exceso...
De un diluvio de caricias,
de una tormenta de besos.
Las gaviotas presagiaban
que no llegaría a puerto
y el alma desguarnecida
buscó ocupar otro cuerpo,
penando por sus angustias
del purgatorio al infierno.
Le han mirado que desanda
como un ave en el desierto,
como pastor que predica
y nadie acude a su templo.
Sus pecados le reclaman,
si el cuerpo está en movimiento...
Trastabilla, se aletarga
abrazándose al \"sosiego\".
Y mientras fueron felices
figura y alma se unieron.
Comieron de la manzana
embebida de veneno.
Bajaron del paraíso
condenados al destierro.
La serpiente no es culpable
ni tampoco el Dios eterno,
culpables son los dos seres
que torcieron el te quiero.
El cuerpo vive sin alma
y alma busca otro cuerpo.