Sentirse ermitaño, cuando Ella no llama.
Te Puebla de un sufrimiento inmenso...
Que enciende, el corazón como llama.
Ingenuo pensar, que lo sosiegue, el viento.
Sus aromas de blondos madrigales, rubios como Mimosas,
Lo embriagaron con idílicas, melodías femeniles lejanas.
Como sus blandos efluvios a flores, no había otra cosa.
Tan apetitosas, pomas de labios gustosos, olor a manzana.
Ágilmente, como cometa enrazado en rayo,
Abrió la puerta, para abrazar, sublime encanto.
No había nadie, solo las tristes lluvias de mayo,
Que lloraban, desconsoladas, afligidas, sin manto.
La prometida, anhelando escapar para visitar su novio,
Al salir, calladamente por la ventana, cayó en picada.
Probablemente resbaló, por una teja corrida, que no vio.
Ella murió súbitamente, porque la herida fue complicada.