Tú dijiste: ¡Yo te quiero!
No sé si aún lo recuerdas,
no sé si ya lo olvidaste.
Tú también dijiste: ¡Espera!,
esa mañana de invierno
que con viento y lluvia fresca
tu cuerpo, puso muy frío.
Y pediste, te cubriera,
con mis brazos, con mi abrigo,
cuando amarte era mi lema.
No digas que eso no es cierto,
ni digas que no me piensas,
si cada noche tú buscas
en tu historia, muchas huellas,
son tatuajes de mis besos
que tu piel aún la queman,
cuando vuelven los recuerdos,
los recuerdos que te quedan.
¡Ah mi tierna luna hermosa,
oh mi bella luna llena!
¿Qué quieres que te recuerde
de tu hermosa primavera?
¿Acaso aquellos paisajes
con sus blancas Azucenas;
o las merecidas noches
que viajaste a las estrellas
con la nave de ansiedades
que ahuyentaron tus quimeras?
Sé muy bien que el tiempo pasa
como las aves que vuelan;
sé muy bien que pasa el tiempo
y te deja: «cosas buenas,
cosas malas y hasta heridas,
que se borran, o se quedan,
porque se queda en la historia
lo vivido, aunque no quieras».
Es el tiempo y son los años,
como nubes pasajeras;
son las horas, los minutos,
que avanzando desesperan
en silencio por las noches
donde las sombras aterran,
si el mutismo en ti persiste
aunque no es lo que quisieras;
pero pesa más tu orgullo…
¡Qué expresar que me deseas!