Es la ternura la paz en la mirada,
la fuerza medida en un abrazo,
el calor de una caricia.
Es la alegría el llanto de un ser que nace,
los destellos de un arco iris,
la canción de un cumpleaños.
Es la delicadeza el temblor de una mano,
el mullido de una almohada,
el disimulo de una ansiedad.
Es ser sensible no despertar al dormido,
notar el rayo más suave,
evocar al ser ausente.
Es persistente quien ignora la adversidad,
quien tiene la mente viva,
quien no precisa de aliento.
Es la calma el sonido del hogar,
la victoria en el regreso,
el ocaso en mar tranquila.
Es la prudencia la virtud del perseguido,
el camino imaginado,
la fuerza del ser más débil.
Es la empatía la transparencia del alma,
el acercamiento gratuito,
el compartir una bebida.
Es optimista aquel que persigue sueños,
aquel que el dolor ignora,
quien cabalga en la tormenta.
¡Ay amigo!
Qué difícil comprender
que la vida nos supera
a pesar de no querer.
Atiende pues al mensaje
que humildemente te ofrezco:
reposa de tu viaje
y olvídate del empeño
que cargas como equipaje
de ser del mundo su dueño.
Escucha en lugar de hablar,
presta atención al lenguaje
y entrégate a contemplar
la hermosura de un paisaje,
quizás logres descubrir
como parte de un misterio
lo que llega a transmitir
la sonrisa de un jilguero.