de las heridas, del tráfico infernal.
de la memoria tácita
de lo hechos, que no cambian memoria
aunque cambien la historia, cada vez
que se le ocurre a un vigor influyente,
y cada vez que el viento se recorre
en las tormentas y tormentos, ocurre
una esperanza que al menos aplaque el temporal,
en un divino abrazo largo y portentoso,
divino beso que besa, con una soledad
que acompañas las lágrimas del juicio
de un cariño, de la necesidad del perdón,
y del amar, y del amor de amar,
y por puras ganas, sin caprichos
volver a ser románticos, amar es lo divino,
bailar todos los sones tropicales,
que bailen los zapatos, los tacones,
las piernas y las cinturas, que se muevan
gozando nueva vida, en sonoras armonías
al ritmo de una flauta y un timbal.