José Ángel Pineda

Sanar

de las heridas, del tráfico infernal.
de la memoria tácita
de lo hechos, que no cambian memoria
aunque cambien la historia, cada vez 
que se le ocurre a un vigor influyente,
y cada vez que el viento se recorre
en las tormentas y tormentos, ocurre
una esperanza que al menos aplaque el temporal,
en un divino abrazo largo y portentoso,
divino beso que besa, con una soledad
que acompañas las lágrimas del juicio
de un cariño, de la necesidad del perdón,
y del amar, y del amor de amar,
y por puras ganas, sin caprichos
volver a ser románticos, amar es lo divino, 
bailar todos los sones tropicales,
que bailen los zapatos, los tacones,
las piernas y las cinturas, que se muevan 
gozando nueva vida, en sonoras armonías
al ritmo de una flauta y un timbal.