Sobre el papel
un ronroneo
que se marchita
y antes de arder
cubre el corazón
de fechas sanadoras,
que contengan el trino
de un claro en el bosque
y achiquen la absurda luz
de rozar el desierto,
en bolsas llenas de peces
tan coloridos
que desearías saltarte
semáforos en rojo.
Entonces surge el anhelo
de la caza
entre garras de arena tullida
y horizontes caníbales
de un cielo vivísimo
que incluso rechazarían los paraísos
guardando para sí
toda la fe de los pétalos.