Acuérdate Raenhyra, oh sílfide de plata,
de aquellos tiempos grises
de un invierno lluvioso,
de un verano obsoleto
cuando todo era negro en lo inmenso del cielo,
que un quijote sin yelmo
te arrullaba en silencio:
“vendrán tiempos mejores… no desesperes nunca…”
Acuérdate Raenhyra, señora de dragones,
que siempre tuvo tiempo
aquel quijote extraño,
para tus largas charlas,
a veces sin sentido, y otras con tanto sentido…
No te rindas, ahora
que el trabajo en el tiempo
va alcanzando su premio…
Poco a poco, con fuerza,
conseguirás tus metas...
Mientras, lejos del tiempo,
con su figura parda
bailando entre los lobos,
un quijote sin yelmo
se abrazará a sus náyades
en horizontes lánguidos…