En la penumbra del verso, en quietud bendita,
las palabras hallan eco, y el alma se estremece,
un rincón donde la poesía infinita,
encuentra su morada, y en el tiempo florece.
En el silente rincón, tras la noche fría y sonora,
donde los grillos entonan su cántico nostálgico en la oscuridad,
resuenan versos olvidados que emanan del alma encerrada,
libres, como colibríes, anhelando libertad.
Resguardo en el ocaso de lágrimas del pasado,
enfrento sombras del ayer, incólume y sin flaqueza,
mientras el trágico camino se despliega trazado,
y mi ser se envuelve en tristezas.
¡No me despierten! Los astros en su órbita giran,
como estrellas enclaustradas, fijas en la distancia.
Sueños sellados, en formas exquisitas suspiran,
esculturas de sol y agua nieve, que encienden la añoranza.
La ventana no cierre, pues quiero gritar sin tregua,
mis temores ocultos, en versos que afrontan la alborada,
donde hallaré calma en la inmensidad que subyuga,
mi alma habita en el eterno abrazo de la palabra.
En este rincón del tiempo y el olvido esculpido,
donde germinan sueños, latentes y anhelantes,
descubro la eternidad en el verso inmenso y sentido,
y las estrellas, reverentes, en mi universo se inclinan.