En la algarabía del mundo; mi voz interior es un templo de pájaros, un pentagrama de unicornios que no le temen a las paredes de lo impredecible. La asimetría del azar no me intimida; cuando bebo de la voluntad de la hierba que crece sobre el asfalto, cuando presto atención al susurro de las luciérnagas de la intuición.