Luna que marchas
después de larga noche
de acompañarnos.
Ya tienen sueño
tus ojos, muy cansados,
por la vigilia.
Pero tus nanas
se quedan con nosotros
en nuestras almas.
Vas con la noche
marchando al infinito
a descansar.
Cierta nostalgia
nos dejas con tu imagen
en el recuerdo.
Pero asumimos
el tiempo delicioso
entre las sombras.
Nos protegiste
de miedos y fantasmas
con tus caricias.
Fue tu lenguaje
un néctar de ternura
en los oídos.
Y nuestras almas
contigo comulgaron,
querida luna.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/07/23