Te oigo silvar flauta
con la ternura del viento
tu sonido lleva el arrullo musical
de una triste campanada
tu dueño te guía con sus labios, su soplo,
será mi vida el sonido, y su soplo mi guía
haciendo entre la existencia la armonía
de reconocer nuestras huellas en el lodo
y reconocer que nos conocimos por un momento, y después ya no.
asumir que la música puede ser la vida, es sensatez.
no pares de cantar flauta, embriagándonos entre silencios.
y cuando enmudezcas, el corazón siga latiendo, y después ya no
desgarrándonos los arpegios, el interior.