La fibra de tus ojos
Eran cotundencia falás y melancólica
En el crepúsculo de tus carantoñas me timaron
Porque poco y limitado lo percibía tan dócil
Cómo aquella cucurbitácea que relameaba con tanta satisfacción
La planta de mi flanco cuando tecleaba tu suave piel que en un periquete pensaron que no me concernian
Dejaste que mi mente se saturaran de espejismo, qué el cogollo feneciera paulatinamente sin que resollara ni tan solo un momento, qué tus besos se amustiaran por la certidumbre de que tú fueras mi magenta querida y no mi ilusión perdida