Sentados en la arena los dos juntos
bañados del salitre tan distante,
mirando al horizonte en su conjuro
tocarse con el cielo en beso amante.
Los dos en tierra amada y sofocantes,
tan llenos de misterios desbordantes,
anclamos entre la espuma de las ansias
con éxtasis de dar todo del alma.
Tú invades mi silencio cautivante
y entregas en la rosa tu delirio,
de amar en cada pétalo el idilio
y así robarme el beso en ese instante.
Te beso con la furia del deseo,
evoco en el placer suave de amarte,
la extraña sensación de conocerte
en raro sortilegio nigromante.
El mar, monte de espumas nos invita
a entrar en su vaivén lleno de encantos,
y el rostro del placer tienta el espacio
de entrega de mi mundo entre tus brazos.
El cielo es fiel testigo que conspira,
y el mágico deleite del abrazo,
sumerge el movimiento de los cuerpos
mojados en el clímax tan soñado.
Te dije tantas veces que te amaba,
que extrañaba en mis anhelos tu sonrisa,
y en esta dimensión de almas perdidas
gemelas en los senderos de la vida,
te entrego la ilusión de mil abrazos,
y el sueño de este amor puro y sagrado.
Despiertas y sofocas el silencio,
ha sido solo un sueño conspirado
y en la cruda distancia del ocaso,
platónica de instantes tan amados,
haremos del idilio deseado:
¡La eterna comunión de amarnos tanto!
Aimée Granado Oreña ©
Gota de Rocío Azul