Me enfundaré el uniforme de soldado
y me adentraré en el fuego de tu vientre.
Me dejarás llegar complacidamente
hasta alcanzar el punto más elevado.
Y allí me quedaré ya condenado.
Mareantes son tus curvas infinitas
que no llego a culminar, y no me aguanto
con mi sangre derramada a son de canto
cada vez que te recorro y no terminas.
Y allí me quedaré ya condenado.
Sobre tu piel tu hondo aroma he degustado
y me he subido al árbol de tus delicias.
Voy perdido, estoy vencido y de rodillas
con cada gesto, gemido o sobresalto.
Y allí me quedaré ya condenado.
Postrado sobre tus pechos voy rendido
con mis bríos del comienzo destrozados.
Me has vencido en la batalla del amarnos
y dormiré la canción de tus latidos.
Y allí me quedaré ya condenado.