Renuncié al desierto,
que me brindaba espejismos,
de algún anhelo.
Renuncié al anhelo de un amor ferviente, y comencé a buscarlo, aún, con el corazón andrajoso.
Renuncié a las noches, y me vestí de gala, incluso, en las mañanas apuradas, en las que nadie me miraba,
Renuncié a las miradas ajenas, y por primera vez me descubrí, como aquel niño,
en su reflejo en el lago de un jardín.
Renuncié a la niñez, pero no al niño que me acompañó hasta crecer.
Renuncié a muchos placeres ingratos, como el vino y los vicios; para reconectarme conmigo.
Tal vez, muchos piensen que renuncié a vivir, pero en realidad yo renuncié a morir, en un mundo, donde al subsistir le llaman \"vivir\".