La libertad a la que pertenezco,
quizá solo sea una cárcel falaz
en la que me creo libre.
¿Realmente se colmatan
los deseos de los insatisfechos
en mi psique?
El inconsciente colectivo
que vislumbró Jung.
Esos falaces mensajes vibrantes
penetran las consciencias de los deprimidos,
sumiéndolos en el pozo de los lamentos
donde se escupe un falso reflejo.
Quizá solo nos salve
vibrar en una nueva luz,
en otras ondas.
Quizá rescate los amorosos mensajes
que el alma mostró a Jesucristo.
El devenir del ahora no ha impedido su muerte.
Y, aunque el contexto cambie,
queda el ímpetu
de la iluminación de su consciencia.
Lástima que el ego iluminado pervierta
y cree religiones que promulgan injusticia.