Y te quiero sin saber
si me quieres, bella dama.
¡Ven que mi alma mucho te ama
y no te ama por placer!
¡Ven a mí linda mujer,
ven y aplaca esta mi llama,
que se enciende cuando clama
que estés en mi amanecer!
Y en las noches tú, mi vida,
en mi lecho has de dormir;
y en mi cuerpo ya tendida,
tú serás mi porvenir.
Lo que el alma nunca olvida…
¡Volveremos a vivir!