La luna hiere el rostro poeta
con el frío cortante de encaje,
vestía de ambrosía por traje
estremecida en valles su treta.
La aporía sutil que me reta
ante la fusta del vasallaje,
que no importa si fue un ultraje
y la cura del mal me someta.
En otras noches fueron dispersos
en sal de la tormenta, hoy nos cala
este frío, luctuosos, inmersos
en la dureza cruel de esta bala.
Pierdo mi cuerpo y dejo mis versos.
Mi última voluntad... lo que exhala.
©JoséLuisGalarza (2023)