No es que me volví egoísta,
es que empecé a quererme a mí mismo,
mientras dejaron de quererme,
la lección hacia añicos.
Y no me resisto, el tiempo nos cobija
no me guarde nada,
el tiempo poco a poco nos olvida.
Mientras el corazón, el perfecto asesino de las mentes
juega en soledad a las pesadillas;
la razón le devuelve su verdad, aunque duela hasta las costillas.
A final del recorrido,
cada cual tiene que estar donde debe estar,
cada cual tiene lugar,
cada cual tiene su merecido.