Era preciosa esa peregrina,
Como el alba al despertar.
Yo hallé la graciosa vecina,
engreída mujer del Palmar.
***
Escuché su voz femenina,
cuando me vino a saludar.
Me pareció una voz divina,
la voz que invitaba a cantar.
****
Estuve allí, cerca, para orar.
Le dije Adiós, ya iba a partir.
Iba a navegar en esas playas.
****
Le hice unos versos, sin pensar.
Y ofrecí a la brevedad escribir.
No piensas, pero todo lo callas.