Raiza N. Jiménez E.

En el Rosal.-

Era preciosa esa peregrina,

Como el alba al despertar.

Yo hallé  la graciosa vecina,

engreída mujer del Palmar.

***

Escuché su voz femenina,

cuando me vino a saludar.

Me pareció una voz divina,

la voz que invitaba a cantar.

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Estuve allí, cerca, para orar.

Le dije Adiós, ya iba a partir.

Iba a navegar en esas playas.

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Le hice unos versos, sin pensar.

Y ofrecí a la brevedad escribir.

No piensas, pero todo lo callas.