Al despertar recorre mi cuerpo una sensación desconocida. Ya la había sentido antes, pero sigo sin saber qué es. Quiero estar junto a ti, pero que quieras compartir tu tiempo conmigo. Mi mayor enemigo son mis palabras que brotan de mi ser sin ser previamente analizadas. El reclamo de los recuerdos, la ofensa desconocida la crueldad de mis acciones, la estupidez del ayer, pero también las vivencias y encierros del pasado me ayudaron al ayuno. Quererlo todo y a la vez la pereza me invaden en una danza arrítmica que veo desde lejos y me entretiene. Reí muchísimo, como loco de felicidad al entender mi patología social. Ayer confesé mis ineptitudes y la repercusión fue esta estupida carcajada que siempre me acompaña y se burla de mi existencia.