Creo firmemente que es la hora,
el minuto y el segundo que presiento,
para cambiar el desarrollo de mi historia,
por eso mismo de madrugada estoy despierto,
no más café, tampoco cigarrillos,
ni un átomo de grasa en mi comida,
solo verduras, cosas sanas, ensaladas sin vinagre
y mucha fruta, lavada y bien servida.
Comeré pollo y pescado, cerdo nó, quizás un bagre,
eso sí, no olvidaré tragarme las pastillas
para presión, colesterol, beberé agua en un balde,
aunque es muy triste, jamás las sopaipillas,
nunca carnes rojas ni ají picante,
caminaré mucho y cero chocolate,
nada de azúcar ni sal, solo endulzante,
adiós a las cecinas, tampoco mate.
Al acostarme orar o rezar un padre nuestro,
ya no seré ateo, aunque cuesta acostumbrarse ...
lo que siento es no poder acariciar mi perro,
porque dicen que tampoco puedo hacerlo,
ni a mi dulce gata, escuché que sus bacterias,
sí el lomo le sobo se suben a mi cuerpo,
solo una vez a la semana tendré sexo,
pues comentan que el sexo programado sabe tierno.
Fingiré sonrisas y muecas de contento
y reverencias colmadas de alegría,
a los políticos y a todo su instrumento
aunque conozca bién sus porquerías,
a quién me oprime y ofende todo el día
sin motivos o razones aparentes
le pondré la otra mejilla adolorida
reconociendo servil tantas rebeldías.
Me bañaré con agua fría en la mañana,
iré a la misa o al templo protestante,
daré la mano a mi hermano y a mi hermana,
después saldré felíz, crédulo y flamante.
Cambiaré mi vida de tán linda manera,
que seré ejemplar en todas mis acciones,
nunca diré groserías, aunque quisiera
y seré humilde en muchas condiciones.
Finalmente, angustiado y triste me sorprendo
con mi vana promesa ... ¡qué tontería!
¡restregando mis ojos yo despierto,
era una horrible pesadilla que tenía!
(Chofa)