Odio que la vida me duela un poco, y de a ratitos; un poco más...
Y es que el tiempo lo único que me brinda es aún más el gusto por la soledad.
En cada interacción, lo inevitable se hace presente; el vacío me persigue por todos lados.
Como si fuera imposible escaparse de ello y la gama de grises se tornara cada vez más en una sola tonalidad uniforme.
Quizá el tiempo me premie algún día, en encontrar una aguja, que parece inexistente, en un pajar infinito.
Mientras, la vida me duele un poco, y de a ratitos; un poco más...