En lo pequeño
se ve el dogmatismo de lo grande,
ese entremado ególatra
que mantiene a este sistema de poder.
Antes eran Imperios,
ahora son Estados
con los ciudadanos sometidos a su ley.
No puedo contener al canto...
Ese que entona mi alma
cada noche
mientras la alberca me refleja
con mil estrellas dentro.
Su tarareo libertador de cadenas
permite la libertad de la naturaleza del ser...
Y ahora importa
esa sustancia de lo simple
que ordena nuestras vidas
por caminos de abundancia sin darnos cuenta.
Mas si sintonizamos con el miedo del odio:
difícil es no crear
tan innecesario vil montaje,
fantasioso y alejado
de lo grande que podemos llegar a ser.
En libertar el espíritu está la solución.
En la gratitud y el amor de amarnos
en este momento.