Martínez Eliza

Presagio de un adiós

Ninguno fue capaz de advertir el presagio de tu adiós.
Dejaste esta pérfida tierra, que te crió y te vio crecer pero con el tiempo te dio la espalda y te traicionó.
Tuviste que enfrentarte a la hostilidad de la incertidumbre y combatir contra ella hasta el final.
Mi formidable guerrero, tu honor nunca más será mancillado;
y por siempre las huellas de tu partida quedarán impresas en nuestros corazones.