Tiembla la flor,
movida por el viento,
en la mañana.
Es esa brisa
que llega del nordeste
y el ancho mar.
Brisa marina
que viene y estremece
los corazones.
Y es que sus labios,
que besan y acarician,
están helados.
Por eso mismo,
las rosas y amapolas,
tiemblan un poco.
Quieren que el sol
les llegue con sus rayos
y su calor.
Así sus flores,
sin prisa, se abrirán
muy dulcemente.
Se vestirán
sus pétalos tan tiernos
con mil colores.
Y nos darán,
un beso, en la mañana,
con su sonrisa.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/07/23