Sus ojos que tienen divinos destellos
y son de ilusiones la gran panacea;
repletos de ensueños, tan dulces y bellos;
contemplo en su brillo pasión que flamea.
Serenas y verdes, sus regias pupilas
emanan la lumbre de místico anhelo;
y tienen la magia de aquellas sibilas
que en trance de amores ofrecen el cielo.
Igual que los halos que envuelven la luna,
sus negras pestañas semejan arcada
de aquella sonrisa, sensual y gatuna,
que siembra en el alma de amor llamarada.
¡Por eso mi verso con ansias transpira
buscando en sus ojos la luz que me inspira!
Autor: Aníbal Rodríguez.