En el horizonte soplan sus aires
de presunción y grandeza
como una diva hace gala
de sus virtudes,
se insufla con el poder
de la seducción y el engaño,
en su entorno mira con desdén
piensa el problema no es ella
lo tienen los demás,
y con un sello distintivo
de soberbia y narcisista
se afana de ser
el centro de atención,
al proyectar la sombra
su otro yo encubre
la fachada de la inseguridad,
cuando su ego lo desinflan
al perder su protagonismo
es voluble, indecisa o utiliza
la agresión verbal,
le aplaude la mitomanía
y al ser su fiel amiga
le oculta la realidad.