De socorros y desamores,
estaban hechos los corazones.
De compartir cigarrillos y mates, eran los recuerdos de aquella tarde.
De entre los sabores amargos y dulzón del mate, se podía elegir, sin embargo, del gusto agridulce de la vida, no se podía elegir, y sólo había que digerir.
Como aquella tarde...
Como aquella tarde en la cual, la limosna del desamor,
se transformó en mi amparo y salvación; me inspiró a socorrer mi corazón...
Y mate amargo dejé de tomar yo.