Cuando el alma se me inquieta
al escuchar las canciones
de los pájaros del campo,
y los grillos por las noches
en las selvas bien tupidas
hacen coros formidables,
que me encantan, me fascinan,
y motivan los sentires
que se ocultan en la selva
y regresan de repente,
y aparecen vibrantes,
en mi mente, y los pensares
vagan soñada ilusión,
me resguardo lentamente
como adivinado el tiempo
en espacios insondables,
me llenan de ternura
y algo pasa, y es entonces
que toda la inmensidad
con un suspiro se enciende,
algo vivo, la luz brilla,
en mis adentros, se crece.