Se propone un soneto pa\' la audiencia
bien melódico como lira griega,
suplica a Dios y al gran Lope de Vega
que le ayuden y saquen de esa urgencia.
Con su orgullo jamás pide clemencia
ni se esconde asustado cuando llega
a cortarle la siembra aquella siega
que no mide fe, raza ni creencia.
A pesar del truncado laberinto
el \"poeta\" parece ver salida,
se persigna y se toma un vino tinto
contemplando la hazaña conseguida,
mereciendo según él en Corinto
una estatua a su imagen construida.
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