Cuando las vacas vuelen también era la infancia,
también era la infancia cuando estabas en la cocina con los mates,
estabas en la cocina con los mates y Carmiña,
Carmiña, la novela que mirabas y sufrías,
mirabas y sufrías y te dabas permiso para llorar en la cocina,
llorar en la cocina y secar tus lágrimas con el repasador blanco con rayitas de colores en los bordes
rayitas de colores en los bordes de tu espíritu,
tu espíritu cruzado por la virgen del Carmen y el Papa de Roma,
la virgen del Carmen me heredó su nombre y el Papa de Roma me invitó a viajar a otro continente,
otro continente que me llama y expulsa como expulsó a tus padres,
tus padres que se enamoraron de América y fundaron su familia aquí,
fundaron su familia aquí con la intención de dejar el dolor al otro lado del océano,
dejar el dolor al otro lado del océano donde enterraron a su primera hija,
primera hija que te heredó su nombre: Vicenta,
Vicenta la bella, la esposa, la madre, la abuela,
la abuela que ante un hecho improbable decía: el día que las vacas vuelen.