La ciudad se descubre lentamente
como una joya con reformas.
Se necesita tan solo un centavo
para discutir sobre economía.
Absurdamente veo
ángeles capitaneando
la miseria y el hambre.
Y en medio: Los poetas.
Dicen que Somos semejantes a las piedras.
Las piedras no reparan en alejar los caminos,
pero los poetas tienen alma
y no tardan en descubrir el sol cada mañana
advirtiendo el murmullo del viento
en un gesto de largas distancias.
Otros siembran ira,
nosotros cosechamos incongruencias
de los actos
y afanosamente disponemos
clausurar el suplicio.
Sorprendemos la dificultad
al colocarle los tornillos.
Luego nos apostamos sobre libros
mientras nos acribillan a carcajadas
y nos asalta el fondo del reloj.
Las palabras son fuego encendido
extraídas del fondo de cada pozo personal.
-De algo a nada hay mucha diferencia-
Por eso reanudo el amor
por mis semejantes en zozobra
y busco donde esconder los ecos
amándolos desde el amanecer
hasta que la noche induce al sueño.